24.2.16

E10: Partida

En las afueras de Hidraltar. El comandante estaba a punto de desenfundar su espada.
  • ¡Alto!
Exclamé abriendo la puerta de mi habitación, no podía permitir que Astrid y la señora Hamma salieran heridas.
  • Tu que rayos haces levantado, estas muy herido no puedes estar de pié así, ¡te harás daño!
Inmediatamente puso mi brazo sobre su espalda como tratando de hacerme apoyo por si fuese a caer.
  • Tranquila, estoy bien, en realidad creo que hasta podría acompañar al comandante.
  • Ni hablar, yo misma vi tus heridas y se bien lo que te digo, debes permanecer en cama.
Levanté las vendas que cubrían mi abdomen, sorprendentemente ya no había nada, las heridas graves habían desaparecido, en su lugar quedaban unos cuantos arañazos ligeros.
  • Imposible…
Tocó mi abdomen con incredulidad.
  • ¡Abuelaaa!
  • ¿Ahora qué pasa?
  • Tienes que ver esto.
  • Vaya vaya, así que decidiste salir. Bien, me ahorraste el tiempo de arrasar con esta casucha.
Kris Sanders ya estaba irritado, si había algo que odiaba era que lo hicieran esperar. La señora Hamma vio a lo lejos que me encontraba de pié y rápidamente corrió para reprenderme. Pasó a lado del comandante.
  • ¡QUITESE!
Le dio un empujoncillo que no hizo el más mínimo efecto en el hombre, en realidad ella fue quien dio unos cuantos tumbos hasta llegar a donde me encontraba. Estaba a punto de darme un buen regaño cuando vio mi abdomen. Abrió sus ojos con sorpresa.
  • Oooooh...si no lo veo no lo creo.
  • Tú vienes conmigo.
Exclamó con autoridad Sanders, el no entendía el porqué de tanta sorpresa, pero su paciencia ya se estaba agotando. Molesto intentó tomarme de un brazo dispuesto a someterme con agresividad. A lo cual respondí sujetando su mano con fuerza. Dibujó un pequeño gesto de dolor en su rostro. Tenía más fuerza de la que yo creía.
  • Si voy, iré por mi propia voluntad. Pero dejen en paz a esta familia, ellas no tienen nada que ver en esto.
Le respondí con una mirada desafiante.
  • E-Estas seguro hijo, las heridas de tu abdomen sanaron, pero aún me preocupa ese golpe en la cabeza, y el hecho de que no recuerdes nada, puede ser peligroso salir así.
  • Mi abuela tiene razón deberías quedarte.
-       No, quizá esto me ayude a recordar algo, además, si me buscan a mí, deben saber algo acerca de quién soy. Iré con él.
  • HAH! Tu hubieses venido lo quisieres o no.
Agregó Sanders con un tono engreído.
  • Iré contigo.
Añadió Astrid.
  • No puedo dejarte ir solo, además si necesitas atención médica yo sé hacerlo. Mi abuela me ha enseñado. ¿No es así abuela?
  • No lo sé querida, podría ser peligroso.
  • Por favor abuela, para esto es que me has estado enseñando magia de curación ¿no? Además, si van a la capital de Hidraltar, puede que vea a papá…
La anciana lo pensó un momento, miró a los ojos a su nieta y sin poder resistirse a su ternura asintió.
  • Bueno. Si es lo que quieres, solo ten cuidado, este gorila de aquí no me da buena espina.
Apuntó con el pulgar la anciana al comandante.
  • ¡¿G-gorila?!
-       Está bien, nos vamos.
  • Traeré tus cosas.
  • Y yo les prepararé algunas hierbas y elixires para el viaje
Se apresuró a la puerta que dirigía al sótano.
  • ¡QUITESE!
Exclamó una vez más la viejecilla al pasar a lado del comandante. Sanders simplemente se cruzó de brazos sin quitarme la mirada de encima, me tenía bien vigilado, claramente era un sujeto que se tomaba su trabajo muy enserio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario