En los adentros de Foréstia. El líder de los
caballeros se dispuso a buscar entre aquel desastre que su compañero había
dejado. Movía rocas y troncos en busca de los cuerpos de aquellos bandidos
mientras Rohan desataba a la anciana que tenían secuestrada.
- Oiga capi, ¿cómo cuánto nos faltará para llegar a la capital?
Preguntó el gordinflón mientras se sentaba y
sacaba un emparedado que tenía guardado quien sabe dónde.
- Si ayudaras en esto, en vez de estar almorzando seguro que sería más rápido
Le reprochó su compañero.
- Como dos días a caballo.
Respondió el líder.
- ¡¡¿DOS DÍAS?!! Y ni siquiera tenemos caballos, no pienso caminar más Klyde, venimos caminando desde las montañas de Astur.
- Tranquilo, ¿recuerdas el pueblo de Foréstia que mencioné?, no está muy lejos de aquí, allí podremos descansar, tengo algunos conocidos allí, incluso nos podrían prestar un par de caballos. Además, debemos encontrar a un médico.
Replicó señalando con la mirada a la anciana
inconsciente.
- ¿Crees que te puedan prestar un par de pollos asados también?
Añadió con tono sarcástico el gordinflón, dándole el
último bocado a su emparedado.
- No tienes remedio…
Dijo Rohan llevándose la mano al rostro.
- ¡Chicos, encontré uno!
Exclamó el líder mientras movía una enorme roca con ambas
manos. Debajo estaba el cuerpo de uno de los bandidos, aquel que había
utilizado mágia específicamente. No había duda, estaba muerto pues se
encontraba en una posición completamente imposible, muchos de sus huesos
debieron romperse con el impacto de aquella avalancha. De su cinturón colgaban
cuatro pequeñas botellas rotas, estaban vacías, a excepción de una que había
aguantado los impactos y solo se encontraba un poco cuarteada.
- Mmh… ¿Que tenemos aquí?
El
caballero se inclinó y apoyó una rodilla en el suelo mientras inspeccionaba el
cuerpo, tomó la botella con cuidado, contenía una especia de fluido negro y
espeso que se iluminaba con destellos rojos aleatoriamente.
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