Nación de Hidraltar. Astrid se encontraba dormida en mi
hombro, la carroza seguía su curso hacia la capital y la luna comenzaba a
levantarse. Abruptamente nos detuvimos, el guardia que estaba frente a nosotros
se puso de pié y salió.
- Bajen.
Ordenó Sanders aun montado en su caballo.
- Mmh… ¿Qué pasa?
Preguntó Astrid todavía algo adormilada y frotándose un
ojo con la manga.
- No lo sé, pero será mejor que lo obedezcamos
- Síganme
Ordenó el guardia que nos acompañaba. Lo seguimos hasta
un pequeño muelle cercano en donde nos aguardaba un bote de madera de unos
cinco metros de largo. Estaba atracado en un gran rió lleno de luciérnagas,
eran miles de luces que danzaban en la oscuridad. No sabía que tenía aquella
escena, pero me producía una cierta nostalgia.
- Ahora seguirán por el río hasta llegar a la capital, atracaran directo en el castillo del alcalde. Más les vale no intentar algún truquito mientras no esté.
-
¿Usted no nos acompaña comandante?
Pregunté con un tono algo sarcástico.
- Para su suerte, no. Tengo algunos asuntos que atender, pero tranquilos el soldado Agni Kai les hará compañía en mi ausencia. Vigílelos bien.
- Sí señor.
Su rostro mantenía una sonrisa burlesca constante. Nos
hecho una mirada afilada y con su mano derecha en la cual portaba una enorme
garra metálica, apuntó uno de sus filos a la barbilla de Astrid.
- Se lo aseguro.
Repentinamente mi mano derecha ya estaba sobre aquella
navaja que tenía por dedo, lo empuñaba con fuerza sin importarme su filo.
- No la toques
Lo miré de forma retadora.
- Haha ¿ah sí? Que harás al respecto.
Me respondió la mirada, sus ojos eran los de un loco. Era
completamente diferente al guardia anterior, este sujeto no tenía reproche en
ocultar el hecho de ser un cretino. El ambiente se puso tenso nuevamente, mi
mano y su garra tambaleaban con el choque de nuestras fuerzas, de mi mano comenzó
a escurrir un pequeño hilo de sangre, pero no me importaba, su mirada retadora
me producía ira.
- Ya basta…
Todavía montado en su caballo, Sanders apunto la punta de
su espada a mi garganta.
- Permíteme recordarte tu posición hombrecito. Más te vale no intentar nada heroico.
- Hahaha.
- Y usted soldado, no quiero que ocasione más problemas, sería una pena verme en la necesidad de destituirlo.
- Aahhg…de acuerdo comandante.
Bajó su garra algo fastidiado. El sujeto parecía ansioso
por iniciar un combate.
- ¡El bote está listo comandante!
Exclamó
el otro soldado haciendo una señal desde el timón.